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Foto del escritorPaty Toro

Una vida de furia y cómo pude cambiarla con la meditación

Actualizado: 11 oct 2023

¿Has tenido un día de furia? ¿En el que todo sale mal y donde pareciera que el mundo y las condiciones se confabulan en tu contra? La película estadounidense del año ‘93, protagonizada por Michael Douglas, Falling Down, y que precisamente fue traducida al español como Un Día de Furia, muestra un día en la vida del protagonista en donde pareciera haberse levantado con el pie izquierdo… y todo le sale mal…

Inevitablemente pienso en esta película cuando:

  • Me levanto, tengo una reunión temprano y la alarma no sonó

  • Me voy a la ducha y el agua no sale caliente

  • Salgo a la calle, y el tráfico está peor que nunca… imposible llegar…

  • En la reunión, aunque estoy preparada, no alcanzo a tomar la palabra y mi colega, que habla elocuentemente, se lleva todos los créditos

  • Tengo hambre, no alcancé a tomar desayuno por culpa de la alarma que no sonó, me hubiese gustado estar con energía…

  • No pude cocinar anoche así es que pretendo comprar algo rápido para seguir trabajando, pero hay una inmensa fila¡Que acaso hoy todos quieren comer lo mismo que yo!

Así, uno a uno los acontecimientos se unen en mi contra y con cada uno de ellos la rabia se va acumulando, como una gota de veneno, una bomba que quiere explotar. Voy perdiendo la paciencia, y ya solo ansío llegar a mi cama, a llorar de rabia, y dormirme.


Bueno, estos son solo algunos ejemplos de cosas que me enrabian y me imagino que a más de alguien le ha pasado algo similar… espero que no me dejen sola con esto ¡jajaja!... Porque como sabemos, la rabia o ira es una emoción universal.


El filósofo romano Séneca decía que la ira es un ácido que hace daño al recipiente que la almacena, mientras que Viktor Frankl, neurólogo y filósofo austríaco dijo que cuando ya no somos capaces de cambiar la situación, nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos. Estas dos frases hacen un resumen muy exacto de lo que les contaré a continuación.


¿De dónde se origina el enojo? Hay factores que lo desencadenan y pueden ser internos, como recuerdos traumáticos, malos pensamientos, celos, o factores externos tales como tener una discusión con alguien, experimentar una situación injusta la cual no podemos cambiar o controlar.


Y ya que la mente y el cuerpo son uno, al sentir una emoción experimentamos ciertos cambios físicos. En el caso de la rabia tenemos por ejemplo, un aumento de la energía, de la adrenalina, aumento del calor corporal y de la tensión muscular. La voz se alza, se aprietan los puños y la mandíbula, se frunce el ceño.


Se dice que la ira en ciertas dosis es necesaria y hasta buena para uno mismo. Esto es porque evolutivamente hablando, la ira se desarrolló en el ser humano para ayudarnos a pelear y a defender frente a otro, elementos que eran fundamentales, como por ejemplo, la comida, o el lugar de habitación, o incluso la vida; en el fondo la ira nos sirvió para movilizarnos y sobrevivir como especie.


En la actualidad, ya no tenemos estas amenazas básicas a nuestra sobrevivencia, pero sin embargo la vida moderna y la globalización generan mucha tensión y frustración en las personas, lo que se traduce en ira. Es por ello que la psicología ha desarrollado técnicas para controlarla. Es así como las terapias para el manejo de la ira se basan fundamentalmente en aprender ejercicios para regularse, como técnicas de respiración y relajación, apartarse de la situación, repensar, visualizarse en calma.

¡Para controlarla! Es decir, sirven para bajar la presión en la bomba y que no explote, pero esta sigue allí, sin poder ser eliminada.

En mi caso personal, llegó un momento en mi vida en que me cansé de sentirme enojada, de sentir rabia contra el mundo… o estabas conmigo o en mi contra. ¿Cómo podía relacionarme tan bien con algunas personas, pero con otras sentía como un fuego que me quemaba por dentro? ¿Cómo las situaciones que se empezaron a sumar me afectaron tanto que llegué a enfermar mi cuerpo?


Objetivamente había alcanzado todas las metas que me había propuesto: conseguir un título profesional, un buen trabajo, adquirir bienes materiales, viajar, tener una pareja. Cuando no pude seguir con la siguiente meta, que era tener un gran reconocimiento profesional y ascenso, los problemas de depresión y ansiedad, siempre acompañados de una gran rabia por no poder lograr lo que quería, se adueñaron de mi vida. Comencé a tener fuertes cólicos en la vesícula, teniendo que ir de urgencia varias veces al hospital. Y bueno allí me indicaron que debía operarme lo antes posible (cosa que por trabajo y poco tiempo nunca hice).

 

Cuando el hígado secreta un exceso de colesterol, la bilis llega a sobresaturarse con este exceso y crea partículas sólidas como cristales. Estos cristales microscópicos se almacenan en la vesícula biliar, donde se aglomeran y se convierten en cálculos biliares.

En Oriente y en particular, desde el punto de vista de la medicina china, las emociones de ira, frustración y también el estrés están asociadas con el hígado. El estancamiento del Qi del hígado puede equilibrarse con ejercicio, cambio de dieta, en particular con la toma de infusiones de una hierba conocida como Diente de León.

 

Para salir de esa incómoda situación en la que vivía, comencé a probar varias cosas que se me iban presentando, como terapia psicológica, terapia floral, reiki, yoga. Todas estas herramientas me ayudaron, pero solo temporalmente. Bastaba un pequeño cambio involuntario en mis planes para volver a caer en las mismas emociones. Un buen día me vino a la mente que quizás sería bueno probar con la meditación, ya que tenía la percepción de que era algo que traía paz a las personas que lo practicaban; fue así como ese mismo día y casi como por decreto del destino, llegó al edificio en donde vivía un folleto de meditación.


En la meditación me explicaron que todo lo que he vivido se ha guardado en mi mente, como una película, junto con todas las emociones y los pensamientos generados. Que uno vive pensando que lo almacenado en la mente es real, pero que en realidad es una copia, inexistente. Que era posible desechar todo lo que yo había almacenado en mi mente, en mi corazón, y alcanzar una paz interna. ¡Me pareció tan increíblemente bueno lo que podía obtener meditando que comencé de inmediato!


A los pocos meses pude mirarme a mí misma y notar que bajo esa rabia (esa que me movilizaba a hacer cosas y que me daba energía) existía una gran tristeza guardada, ¿en dónde? Pues en mi mente, y aunque parecía muy real, solo eran copias guardadas de lo vivido alguna vez. Seguí desechando como me indicaban mis profesores y el método de meditación, y en consecuencia, la tristeza comenzó a desaparecer.

Podía reír sinceramente y me empecé a sentir cada vez más liviana, con una energía que era totalmente opuesta a la que me entregaba la ira. Y así, mientras más desechaba mi mente y todas las emociones contenidas allí, mi vida iba siendo transformada a una versión cada vez más pacífica, alegre, feliz y agradecida.

Un año más tarde, al realizarme exámenes médicos rigurosos con motivo de mi trabajo, pude chequear que particularmente el hígado y la vesícula se encontraban sanos e intactos. Al ver estos resultados, solo pude sonreír y agradecer que, aunque no tenía la intención de sanar mi cuerpo, había encontrado este maravilloso método que me estaba cambiando la vida, en cuerpo y mente.


Al reflexionar con la meditación en torno a mi vida vivida, me di cuenta también que desde pequeña aprendí a reaccionar imitando a los adultos que tenía cerca. En ese tiempo eran cosas pequeñas, como enojarme porque una amiga desordenara mis juguetes, que no siguieran mis reglas, no lograr darme a entender frente a mis padres. Al crecer me enojaba si alguna amiga conseguía algo que yo no tenía. Observé la escalada de enojos en la que se había convertido mi vida. Al no conseguir esa posición tan anhelada en mi trabajo y que, en cambio, esa persona sí lo hubiera conseguido, me hacía pensar en lo injustas que eran las cosas.


En la meditación aprendí que el enojo es una emoción que surge cuando la gente se topa con algo que no es de su agrado. El enojo difiere de persona en persona y surge cuando la gente enfrenta su debilidad o una situación que no le gusta. Cuando la gente elimina su vida vivida y hábitos- el origen del enojo-, ya no se enojará. El enojo se origina de la mente humana.


Observo a las personas que me rodean, amigos, familia, desconocidos en el metro y veo que todos nos enojamos. Pero no por las mismas cosas. Frente a una situación que a mí me provoca rabia, a otra persona le puede provocar tristeza, o frustración, o se queda en silencio y se repliega en sí misma, pero no necesariamente le provoca enojo (aunque puede que este venga en forma secundaria). Eso me lleva a preguntarme, ¿de qué depende entonces que la bomba dentro de cada persona explote o no? Bueno, esto también pude comprenderlo a través de la meditación.


Con el tiempo y a pesar de haber seguido meditando y desechando mi vida vivida y las emociones guardadas, a pesar de que mi vida era diametralmente opuesta a antes de meditar, podía notar que ante una situación particular yo reaccionaba, como en un modo automático, con rabia.


Tal como si tuviera un sistema computacional programado en mi cerebro que me llevara a actuar y sentir de ese modo. Entendí entonces que había algo más de raíz y que era la carga genética o la herencia que había adquirido de mis padres, la cual venía heredada de sus padres y así sucesivamente a través de los ancestros.

Mi rabia no era tan solo mía, sino que era la de todos ellos grabada en mis células. ¡Y para mi maravilla, esta carga también podía ser desechada con el método de meditación!

Pude entender cuántas situaciones de amenaza, rabia, dolor y miedos tuvieron que vivir y cuán duras deben haber sido sus vidas. Pude agradecerles de corazón que, por ellos, yo estoy aquí viva, producto de mis ancestros más cercanos que son mis padres. Pude ver lo afortunada que soy al tener ahora la oportunidad de cambiarme. Oportunidad que tienes tú que estás leyendo este blog también, solo basta con desechar tu mente y encontrar a tu ser original, que vive en paz, por siempre.


> Si te interesa saber cómo liberarte del enojo y la ira, puedes buscar el centro de meditación de tu país en esta página y agendar una charla introductoria gratuita.



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