Cuando te reúnas con Dios y nazcas en su reino dejarás de tener, sufrimientos, cargas y estrés, entre otras cosas. Hay que tener presente siempre que esa unión es posible porque “El reino de Dios está dentro de uno mismo”, sin embargo, no es algo que pueda obtenerse con sólo pretenderlo, sino que requiere de una preparación que conlleva dedicación, persistencia y disciplina, entre otras muchas virtudes.
Tienes que tener presente que el ser humano vive su vida, tiene hábitos y posee un cuerpo que le permite, a través de su vida, realizar todas sus actividades desde el nacimiento, durante su crecimiento y reproducción, hasta llegar al momento de su muerte.
En ese camino de la vida, generalmente, las personas vienen de una familia (con abuelos, padres, hermanos, esposa e hijos); conocen y habitan lugares y vecindarios; acuden a la escuela y a la universidad; poseen y realizan un trabajo compartiendo con vecinos y compañeros de estudio y de trabajo, ejecutando diferentes actividades que se graban en su mente.
Todas estas actividades, indiscutiblemente, generan alegrías, satisfacciones, enojos y decepciones que, a través de los sentidos visual, olfativo, auditivo, gustativo y táctil, se guardan en la mente, llegándose a constituir de un peso tal que esa carga impide la relación entre la persona humana y el ser supremo.
Afortunadamente, podemos darnos cuenta y existe la posibilidad, a través de un método específico de Meditación, de vaciar o limpiar la mente para erradicar el impedimento de nuestra relación con el ser universal; adicionalmente, para aclarar nuestra mente y lograr una mayor claridad de pensamiento que nos hará ser personas más eficientes y eficaces en las labores que realizamos diariamente en todos los aspectos de la vida, así como para ir en búsqueda de la sabiduría y encontrarnos con la verdad.
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