Antes de meditar vivía muy perdida sobre la vida, no le encontraba sentido al hecho de vivir y me sentía muy desconectada de mí y de todo. Vivía con mucha ansiedad y falta de autoestima; dudaba mucho de mí, me costaba tomar decisiones por mí misma, me preocupaba mucho por el futuro y me atormentaban las malas experiencias de mi pasado. Además, siempre me sentía cansada y me estresaba mucho buscándole respuestas y razón a la vida. 

Al meditar empecé literalmente a despertarme, a vivir en el presente. Vivo mucho más ligera, me concentro en lo que hago, tengo mayor liderazgo y autoconfianza. Acepto las cosas con mayor facilidad, actúo con más sabiduría y me siento más conectada con la realidad. Y, físicamente, me siento mucho más saludable.

El dinero, creencias religiosas y escepticismo podrían haberme hecho no meditar. Realmente empecé poniéndo el método a prueba; se me era difícil creer que mis pensamientos podían desaparecer tan sencillamente. Pero desde la primera sesión sentí un cambio y luego nunca más lo dejé.

Ahora soy más productiva, disciplinada y he madurado muchísimo. Y el saber que vivo con un propósito en la vida, me llena de esperanzas y me da motivos para seguir adelante y no volverme a perder. Además he comprendido que estoy en el camino correcto hacia la vida eterna.

Me gusta lo sencillo, pero a la vez profundo del método. Me gusta contar con el apoyo de los asistentes y también de los otros meditantes (en las sesiones grupales) en todo este proceso. Me gustan los eventos para compartir con meditantes de otros países.

3 beneficios que destaco son:

• He encontrado el lugar que me lleva al reino de la Verdad.

• Vivir en el presente.

• El poder liberarme de mis cargas/pensamientos.

Recomiendo este método a los que buscan respuestas y andan buscando la Verdad. A los que tienen mucha ansiedad y preocupaciones por el pasado o futuro. A los que busquen una verdadera transformación y crecimiento personal.

Estefanía Fermín, economista

República Dominicana